Cerrato Palentino

Cerrato Palentino

La comarca del Cerrato, se encuentra al sur de la provincia y cuenta con un vasto territorio histórico de 3.200 km². Su topónimo, derivado del latín cirratus, define acertadamente esta extensa área como "las tierras onduladas o montuosas, dominadas por cerros". El paisaje de esta zona está determinado por los páramos calcáreos amplios y llanos que superan los 900 metros de altitud, resultado de depósitos miocenos más resistentes a la erosión. Las formas del relieve son claramente reconocibles: páramos con suelos pedregosos que contrastan con valles fértiles, conectados por cuestas abruptas. Los valles son irrigados por importantes cursos fluviales, siendo atravesado el territorio por el río Pisuerga y el río Arlanza, además de algún tramo del Canal de Castilla.

Esta tierra ofrece un amplio abanico de posibilidades culturales, deportivas y naturales, destacando un conjunto de interesantes reclamos que forjan su identidad. El Cerrato es sinónimo de arquitectura popular, con muestras vivas como las casas-cueva, molinos, chozos de pastor, palomares y yeseras. Sobresalen especialmente los barrios de bodegas tradicionales de Baltanás y Torquemada (que cuentan con 374 y 477 bodegas respectivamente), ambas declaradas Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Etnológico, y que mantienen una función social y lúdico-gastronómica. Hablar del Cerrato es hacerlo también de Enogastronomía con mayúsculas, una cocina de calidad donde se pueden degustar los afamados pimientos de Torquemada, el lechazo churro, diversas variedades de quesos y los vinos de Denominación de Origen Arlanza y Cigales. Para familiarizarse con la región, el Museo del Cerrato en Baltanás es un excelente punto de partida.

El Cerrato Palentino atesora uno de los monumentos más reconocidos y antiguos de España: la Basílica de San Juan de Baños. Esta sencilla basílica prerrománica del siglo VII está considerada la iglesia en pie más antigua del país, siendo un valioso ejemplo de arquitectura visigoda. En Dueñas, la tradición vinícola se remonta a la época de auge del viñedo, lo que explica la profusión de construcciones subterráneas en la periferia de la localidad. Este barrio de bodegas tradicionales incluye la posibilidad de visitar una bodega del siglo XVIII, creada en 1738, que posee ocho cuevas subterráneas comunicadas, donde las barricas maduran a quince metros bajo tierra.